El periodista urbanista del peiodico The Guardian lo tiene claro:
"Las personas no gritan en Pontevedra o gritan menos. Con todo el tráfico, menos el más esencial, desterrado, no hay motores acelerados ni bocinazos, ni rugidos de motos, ni gente tratando de hacerse oír por encima del ruido. No es la banda sonora habitual de una ciudad española. Lo que se escucha en la calle es el piar de pájaros en las camelias, el tintineo de las cucharas de café y el sonido de las voces humanas".
"Puedes cruzar la ciudad entera en menos de 25 minutos".
"Es también el lugar ideal para tener hijos".